
Una joven se casó con un jeque rico de 60 años, pero jamás podría haber imaginado que algo terrible sucedería en su noche de bodas.
La joven de diecinueve años había crecido en una familia pobre, donde cada día era una lucha por la supervivencia. Era estudiante y soñaba con una sola cosa: escapar algún día de la pobreza y empezar a vivir “como la gente normal”.

El destino le deparó un encuentro inesperado: en una recepción, captó accidentalmente la atención de un rico jeque, ya mayor de sesenta años. Él quedó cautivado por su juventud y belleza, mientras que para ella aquel encuentro representaba una oportunidad para cambiar su vida.
El jeque no lo dudó mucho: le propuso matrimonio, y la joven, deslumbrada por su riqueza, aceptó. Sabía perfectamente que no sentía amor por el anciano, pero la atraía la posibilidad de asegurar su futuro y olvidarse del hambre y las deudas. Para el jeque, este matrimonio era más bien un símbolo de estatus: una esposa joven y hermosa a su lado era una muestra de su poder y riqueza.
La boda se celebró con una magnificencia sin precedentes. El palacio resplandecía con luces, los salones estaban decorados con cientos de rosas blancas y telas doradas. En las largas mesas solo se sentaban los invitados más respetados y adinerados: políticos, empresarios y miembros de familias nobles.
Las mesas estaban repletas de mariscos exquisitos, frutas exóticas y los vinos más selectos. Brindis, música y risas llenaban el ambiente; todo parecía un cuento de hadas. Vestida con un lujoso traje, la joven se sentía como en el sueño de otra persona: hacía poco tiempo que contaba cada moneda, y ahora se encontraba rodeada de un lujo inimaginable.

Pero en la noche de bodas, sucedió algo terrible. La gente oyó los gritos de la novia, irrumpió en la alcoba nupcial y lo vio… Continuará en el primer comentario.
Cuando terminó la boda y los invitados comenzaron a marcharse, los novios se retiraron a sus habitaciones. Agotada por el pesado vestido, la joven entró al baño para cambiarse.
Su mente estaba llena de pensamientos sobre cómo su vida había cambiado en apenas unas semanas. Pero cuando regresó al dormitorio, vio una imagen que quedaría grabada en su memoria para siempre: el jeque yacía en el suelo, inmóvil y pálido.
Gritó tan fuerte que sirvientes y guardias irrumpieron de inmediato en la habitación. Se desató el caos, llamaron a los médicos, pero su conclusión fue breve e implacable: su corazón había fallado. El acaudalado jeque había muerto en su noche de bodas.

Así, en apenas unas horas, la vida de la joven cambió dos veces: de estudiante pobre pasó primero a ser la esposa de uno de los hombres más ricos, y después, su heredera.
Pero con la inmensa fortuna surgieron fuertes sospechas. Durante mucho tiempo, la gente murmuró a sus espaldas, creyendo que ella era la causante de la muerte de su marido.
Ahora su vida se ha convertido en una mezcla de lujo y soledad, de riqueza y la eterna sombra de la duda.
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